sábado, 20 de junio de 2015

Recital poético Amigos del pueblo Saharaui

Vengo con el calor aún prendido en la piel. No he podido quedarme, como hubiera querido, a tomarme unas cervezas con quienes hemos leído en el recital de poesía organizado por la “Asociación de amigos del Pueblo Saharuai de Segovia”.
Cartel de la feria
Empiezan ahora mismo las fiestas de la ciudad. A los pies del acueducto, como cada año, se presentarán a la reina y a las damas, se leerá el pregón, se declararán inauguradas las fiestas y Luz Casal hará que la noche de esta ciudad se meza con la melodía de sus letras que abrazan el amor y empujan también por caminos de libertad.
Tampoco iré.
El reloj, implacable, avanzará y el despertador cumplirá con su misión a las cinco y media, cuando la primera yema del dedo del amanecer asome detrás de la ventana.
La poesía no es acontecimiento multitudinario, y menos un sábado caluroso —el último de la primavera—en que se inauguran las fiestas de la ciudad y, además, apenas se ha promocionado en los medios; para más inri, los poemas serían ‘aparaguados’ por la sombra de la solidaridad con el pueblo saharaui que, reconozcámoslo, es una cuestión que se parece más bien a una vergüenza colectiva de la que quisiéramos zafarnos, frente a la que actuamos como si no existiera, pero que, de vez en cuando, surge y genera una sensación de mala conciencia que se pretende disimular con poco o nulo éxito.
Desde hace más de veinte años, para los segovianos escuchar Sahara, es familiar, gracias a esta asociación que, entre otras cosas, consigue cada verano traer un puñado de niños y niñas para que disfruten durante unas semanas de un verano diferente, para que puedan olvidar su realidad de personas casi encarceladas en su propia tierra, o, peor aún, en esos campamentos de refugiados que ofenden cualquier sensibilidad por muy escasa que se tenga.
Otra de las actividades de esta asociación es la subasta de obras de arte que ceden gratuitamente los artistas segovianos, y que luego se subastan. Desde hace un par de años se celebra, además, un mercadillo de artesanía en el que los artesanos de nuestra ciudad también ceden parte de su tarea y, además, se pone a la venta una muestra de la artesanía saharaui. Pues bien, en este marco, se ha celebrado por primera vez un recital de poesía.
El alma del acto, desde su organización, ha sido Jesús Pastor como nos consta a muchos, es un enamorado de la literatura, la enseña con pasión de fuego, escribe sus poemas y sus libros sobre Segovia. Por si fuera poco, junto a su mujer Carmen, y sus hijos, ha sido familia de acogida durante dos años de una niña saharaui; pero es que, además, digo, admira la poesía escrita en esa parte del planeta a la que hemos abandonado a su suerte, olvidando nuestra obligación en tanto que España fue antigua metrópoli. Él ha comenzado el recital leyendo tres poemas de su autoría, en los que directamente se refería a la tierra saharaui, a sus gentes, a ese dolor y a esa dignidad que les son propios.
Estuardo Álvarez, poeta guatemalteco residente en Segovia, poseedor de una sensibilidad desbordante que se concreta también en sus creaciones pictóricas e ilustradoras, ha leído un poema —que además llevaba ilustrado por él mismo— de una belleza y una sensibilidad exquisitas. Un poema lleno de la magia que tantas veces ilumina los versos que nos regalan y comparten los poetas sudamericanos. Un poema que hablaba de la solidaridad que siempre es posible y que —a pesar de todos los pesares— siempre, y en cualquier parte, aparece.
José Manuel García González ha leído tres poemas, uno suyo, otro de Félix Grande y otro de Ángel Fernández que aparecen en una antología poética editada en Madrid y que tiene como telón de fondo estos momentos de crisis en que aún nos encontramos y que van a ser difíciles de superar, por más que algunos se empeñen en afirmar lo contrario. Es decir, tienen como fondo la crítica a quienes han permitido tanto daño y tanto dolor
Berta Martín, la más joven del elenco, ha leído tres microrrelatos de su autoría, en los que su mirada se fija en los no triunfadores, sino en los que caminan en pos de la esencia y de lo que importa.
Mari Luz Baticón nos ha leído varios poemas cortos, ensartados como perlas de collar, en donde la protagonista era la mujer, esa mujer en tantas ocasiones devorada por un mundo que está mal, entre otras cosas, porque no se ha dado verdadera voz a la hembra de esta especie. El macho, encargado de dirigir el timón desde hace tantos siglos que ya hemos perdido la cuenta, normalmente sustituye su voluntad por un exceso de testosterona y todo lo soluciona de un modo similar desde hace miles y miles de años: matando a su hermano por envidia o por avaricia o por orgullo o por miedo… En el Sahara —la necesidad obliga— se vive casi en un matriarcado, acaso que algo deberíamos aprender.
David Benedicte, como siempre, ha usado de esa poesía repleta de sarcasmo y acidez, un humor corrosivo, para poner el dedo en la llaga provocando algunas sonrisas. A lo mejor, el lector —oyente en este caso— poco avisado, se puede quedar en la superficie de la primera lectura —audición—, en la primera evidencia que surge del texto; pero una lectura —escucha— más atenta descubre de inmediato los juegos de palabras, esa capacidad suya para jugar con el sonido de la palabra que empuja a una significado muy distinto, el que se vale de la similitud con el vocablo al que realmente alude.
Yo he leído cuatro poemas, y el último, escrito especialmente para la ocasión, lo publicaré un día de estos.
El acto ha concluido con la lectura por parte de Jesús de dos poemas de la poeta saharaui residente en Bilbao, Fatma Galia Mohamed incluidos en su último poemario.
Y uno tiene la impresión, ahora que la noche ha caído y Luz Casal está a puntito de iniciar su actuación, que la poesía sigue siendo como una floresta, como una inmensa arboleda en que comparten territorio el ciprés, el pino, el olmo, el tilo, el sauce, la encina, el cerezo, el almendro, el abeto, la secuoya, la palmera… Todos son árboles, todos son necesarios, todos cumplen su misión, todos nos ofrecen su sombra, su fruto, el cobijo necesario para las aves, para sus trinos, para su amor, para edificar sus nidos…


2 comentarios:

Flamenco Rojo dijo...

Feliz verano amigo !!!

Y recuerda que la poesía es el sentimiento que le sobra al corazón y que sale por la mano del poeta o escribidor.

Un abrazo enorme.
Pepe Gonce

Marina Filgueira dijo...

¡Cramba,te dejo mi felicitación, Amando! Por el testo poético y por la suerte de tener en tu tierra una asociación saharaui.

Besiños.